En esta ocasión, queridisimos gastrofagos, glotones y viajeros os queremos acercar a una de nuestras ciudades mas queridas, si no la más, la que vió crecer al mayor de nosotros a nivel profesional, entre libros y brebajes varios, rodeado de multitud de grandes amigos/hermanos.
SALAMANCA tierra mía. Años ha que no teniamos el gran privilegio de recorrer sus calles, escuchar su legendaria tuna, probar sus increibles chacinas o beber sus deliciosos caldos.
Atractiva para todos,
acogedora, paseable de cabo a rabo, su casco antiguo te deja boquiabierto desde
el primer paso, rodeado de esa magia que desprende la piedra franca de
Villamayor, una piedra que crea una sensación de nieblina que abraza los
edificios y que le da ese toque romántico y misterioso a la ciudad.
Sin tiempo para cerrar la boca y caminando por sus callejuelas y pasadizos te topas con una de sus jugosas tiendas gourmet exclusivas, dedicadas al cerdo ibérico. Y es que por no más de 3 euros puedes zamparte un señor bocata de jamón de tan noble animal.
Antonio de
Nebrija, Cristóbal Colón, Fernando de Rojas, Fray Luis de León o Miguel de
Unamuno fueron algunos de los personajes que anduvieron por las calles de tan
bella ciudad.
A nivel
gastronómico, ciudad apta para todos los bolsillos, predominio desde hace
siglos de la clase estudiantil, motor económico y gran juez de los precios de
sus tapas y vinos. Bares como “El Bambu”, cerca de la plaza mayor que cuenta
con una variedad de tapas que abarcan desde una tortilla rellena hasta un
suculento churrasco a la brasa viva constante.
Otro gran clásico es el bar “Yunque” donde, el famoso bocata de bacon, queso y pimientos en pan de pueblo chapatesco te dejaba el cuerpo como un reloj a eso de las seis de la mañana cuando llevabas más copas que una baraja.
Mucho ha
cambiado la oferta gastronómica de la ciudad desde nuestros tiempos joviales y
es que hoy en día en la ciudad charra puedes encontrarte comida internacional
con la que hace 20 años ni soñábamos.
Tuvimos la
oportunidad de disfrutar de comida tradicional japonesa en casa de Conchi y su
marido japonés Yamanaka. Vamos, era como comerte unas gachas de nuestra abuela
Petra en Japón. No catas el famoso Sushi pero los pucheros japoneses son
magníficos, se trata del restaurante japonés “Ai”.
Yamanaka, ciudadano nipón aventurero que con 20 añitos se embarcó en un maravilloso viaje a occidente atraído por su amor por el flamenco y los toros. Ni corto ni perezoso se inscribió en una escuela taurina pensando que iba a estudiar el mundo de los toros y no a ponerse delante de uno, ahí entró Conchi, que se enamoró de este flaco hijo del sol naciente de mirada profunda, tradición y nobleza. En definitiva, buena gente. Honradez. Ilusión. Enormes valores de los que nunca te cansas.
Plaza Mayor, 13 horas del sábado nos encontramos un bar que no recordabamos…¿Que no recordabamos?, “imposible! Y es que ese bar no era igual que cuando llevaba libros de medicina en la mochila” (relata David). Se trata del bar restaurante “Montero”. Vanguardia y tradición unidas en un muy buen hacer, con una carta discreta en producto pero producto con mayúsculas: delicias como lomo de cerdo con una veta jugosa, tartar de atún rojo o un gran plato de quesos que incluye joyas como Idiazabal. La carta de vinos a la altura, simplemente maravillosa. Enhorabuena chicos por brindarnos esos manjares. Ni qué decir tiene que cerramos el bar sobre las 6 de la tarde mas o menos. Como en casa.
Salamanca cuenta con un restaurante con una estrella Michelin al que tuvimos la suerte de ir y que lamentándolo mucho no merece más comentarios por nuestra parte, GastroQuixotes solo hace referencias en positivo.
Para
terminar decir que si algo caracteriza a Salamanca y por lo cual tiene su fama
bien merecida es la fiesta y sus grandes bares de copas. Así “El capitán
Haddock”, “La Posada de las Almas”, “El Tiovivo” y “CumLaude” te ofrecen el
ambiente de siempre con el plus de vanguardia del GinTonic que nos inunda estos
días. Por allí estuvimos rebajando la cena del viernes y la comida del sábado.
Queridos
amigos, os animamos a perderos por la Salamanca medieval, cruzar su puente
romano, contemplar su catedral y su universidad antigua, y dejaros seducir por
sus chacinas y brebajes.
“Quod natura
non dat, salmantica non prestat”, gran lema que podréis leer en la universidad
antigua, más o menos viene a decir que la ilusión, la pasión, la inteligencia o
las ganas de aprender con las que una persona nace jamás te las podrá ofrecer
la universidad.
Por último,
no olvides plantarte frente a la fachada de la universidad y buscar con esmero
la famosa “Ranita”, ya que según cuenta la leyenda, si la logras hallar, a tan
hermosa ciudad, regresarás.
Apurari.
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