martes, 19 de abril de 2016

PALODUZ, chuchería eterna.

Dice un dicho que "juventud, divino tesoro" y así es la pura realidad.
Todos nosotros cuando recordamos nuestra infancia lo hacemos con verdadera nostalgia y a nosotros en esta ocasión nos ha dado un verdadero ataque de ella.
Echando la vista atrás, llegamos a la niñez (1985-1995) y es que si algo recordamos de la época en la que eramos tan solo unos "guachos" es, nuestras primeras deportivas "de marca", nuestra primera bicicleta y por supuesto las golosinas, galguerias, chucherías o como quieran ustedes llamarles.











Como olvidar aquel descomunal arsenal de chusmerías que conseguías con lo que es hoy 0.60 cents de €.  Si si, con 100 pesetas, con 20 duros de toda la vida vaya!. Y será que la oferta era pequeña, entrar en aquellas tiendas era como entrar en el mismísimo cielo. Miraras donde miraras había cosas colgadas por todos sitios. Un arcoiris de colores que te obligaba a dejarte allí la paga extra del abuelo y los tenderos sabían el truco para hipnotizarte.
Así a bote pronto y perdónenos si nos olvidamos de alguna (que es seguro), se nos vienen a la mente cuatro cuarteles generales donde podías ser abducido por la chucherología:

1. La Prisca: Debajo del mercado de abastos. Era increíble comprobar como a pesar de contar con poco espacio, tenía de todo. Como la plaza era punto de encuentro para juegos y artificios era un autentico fastidio que tuviera el cierre echao

2. La Pili: Camino de la Iglesia. Era entrar y salir a recibirte aquella menuda y tierna mujer que te echaba el ojo por encima de las gafas y no te ibas de allí sin que supiera de quien eras. Como punto bueno es que tenía siempre algún producto que ya no encontrabas en ningún otro sitio y además si estaba cerrado, podías llamar al timbre.

3. La Regañona: Bendita mujer que tuvo que aguantar a legiones de chiquillos en aquel reducido espacio. Era el templo de las chucherias. Novedad en el mercado, la primera que lo tenia era ella. En muchas ocasiones acompañada por su callado marido. Nunca habrá una igual.

4. Francisco: Esquina del Campo de Fútbol (actual imprenta). Con voz de Constantino Romero y pelo a lo Garfunkel, era único para ofrecerte cualquier galguería, siempre alegre, cantarín, refranero.
Allí fue donde crecimos y lo recordamos con cariño. Alucinaría actualmente con el Yugo U.D. Socuéllamos y vendería más pipas que nunca.

Pero después de realizar este breve recorrido de gula golosinera y ochentera, hemos de reconocer que existía un producto que sobresalía por encima de todos los demás. Era algo misterioso, como si fuera de contrabando, de extraperlo. No todo el mundo tenía, no se vendía en cualquier sitio y su lugar de procedencia era guardado en secreto. Siempre había alguien en el colegio que te ofrecía y pactabas precio y cantidad durante el recreo.

Efectivamente hablamos del PALEDUZ, PALODUZ o como hemos encontrado despues de buscar un poco de información, tambien llamado agarradera, alcancuz, alcarzuz, alcazul, alfendol, bena, chocolate del moro, erregaliz, fendoces, findoz, fustdolz, melosa, orojué, ororuz, orozú, orozuz, paliduz,palulú, palo dulce, palo-luz, palodul, palodulce, regalicia, regalistia, regaliz, regaliza y rogalicia.







Esta "Golosina" con nombre científico ilegible (Glycyrrhiza glabra) resulta ser la raíz de una planta de la familia de las  leguminosas (Fabáceas) y no es ni más ni menos que el famoso regaliz de siempre.
Crece en forma de arbusto en zonas húmedas cercanas a ríos, arroyos y vaguadas

 

Se emplea desde la antiguedad como remedio natural por sus propiedades antiulcerosas, laxantes y expectorantes, en esta ultima de hecho constituye uno de los ingredientes principales junto al mentol de las famosas pastillas Juanola.

Usado también en gastronomía, como edulcorante (35% azúcares), en la fabricación de dulces, repostería y pastelería. Actualmente es bastante popular en la cocina de vanguardia como polvo-especia tambien en platos salados y salsas.

Pero sin duda alguna, en aquella, nuestra niñez, la manera más extendida de consumir esta "galguería" era pelando un poco la punta (previo lavado) y ponérselo en la boca a modo de cigarrillo y mirada Lucky Luke, entonces y solo entonces te sentías el auténtico y genuino John Wayne.

Queda pendiente en nuestra próxima visita a nuestro querido Socuéllamos ir en busca de tan preciado elixir, de tan goloso grial, a ver si así nos devuelve a la juventud, divino tesoro.




























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